Aunque pueda parecer que los hospitales de su localidad siguen
funcionando correctamente y disponen de camas para sus pacientes, la
pandemia de Covid-19 supone una enorme carga para los sistemas
sanitarios. Existen enormes dificultades. Suscita una preocupación
muy real sobre la disponibilidad actual y futura de equipos de
protección individual (EPI) para los profesionales sanitarios que
tratan a los pacientes en la primera línea de la epidemia. Si estas
personas no disponen de los EPI adecuados, corren un riesgo muy
alto de contraer el virus, lo que significa que es posible que lo
transmitan a otras personas, enfermen gravemente o ambas cosas.
Toda intervención quirúrgica es una labor de equipo. Todas las
personas presentes en el quirófano necesitan batas y mascarillas, lo
que incluye al cirujano, el personal de enfermería, los técnicos y
asistentes quirúrgicos, los anestesistas y los auxiliares de
anestesia. Incluso si la jornada de cirugía es relativamente corta, se
necesitan muchos EPI. Aunque las industrias terminarán siendo capaces
de fabricar más mascarillas y batas, no podemos sustituir a las
personas que están arriesgando su propia salud. Algunas ciudades se
enfrentan a la problemática tarea de reasignar diferentes funciones a
médicos, personal de enfermería y otro tipo de personal solo para
poder seguir absorbiendo el volumen de pacientes con coronavirus.
Los respiradores también son un tema de debate. En un día normal sin
pandemia, los respiradores de las unidades de cuidados intensivos no
son algo que a nosotros, como sociedad, nos preocupe. Pero para los
pacientes que presentan el síndrome respiratorio agudo grave (SARS,
por sus siglas en inglés) debido al virus de la enfermedad Covid-19,
un respirador puede ser su única esperanza de seguir con vida. En
respuesta al aumento del número de pacientes que necesitan
respiradores, las máquinas que se utilizan para ayudar a respirar
durante una anestesia quirúrgica pueden readaptarse para ser
utilizadas como respiradores. Esto significa que tenemos que ser muy
conscientes a la hora de decidir usar estas máquinas para
intervenciones no urgentes.
Todo esto no significa que su rodilla, cadera, hombro o dedo del pie
no le sigan doliendo. Como traumatólogos, resulta difícil permanecer
al margen y ver que nuestros pacientes sufren. La razón de ser de
nuestra profesión es hacer todo lo posible por curar las enfermedades
de nuestros pacientes y ayudarles a volver a ser funcionales.